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Peñarroya-Pueblonuevo, Spain
Hay muy pocas cosas bonitas en esta vida que no me gustaria hacerlas. Todo lo que hay en este blogs me encanta, espero que a ustedes también.

Peñarroya Pueblonuevo, mi pueblo.

Peñarroya Pueblonuevo, mi pueblo.
Vista aérea de mi pueblo.

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CARMELILLA Y SU HERMANITO MANOLIN.



Lenta e interminablemente corría el año 1946, después de pasar por una guerra civil, Peñarroya- Pueblonuevo sufría las carencias propias que sobrevienen después de tan horrible acontecimiento. Pese a ello los niños ajenos a toda clase de problemas jugaban en las calles, apenas tenían que comer ni ropas, ni zapatos para cubrir sus pies pero aun así eran felices. Algunos corrían detrás de los numerosos burros y mulas que tirando de sus carros vendían toda clase de mercancías incluso hacían burla a los vendedores gritando al unísono:

¡el caleeroo!, otros hacían carreras con sus barquitos de papel en los regajos que pasaban por el centro de las calles, las chicas ingénuas lavaban sus muñecas, algunas se deshacían en el agua pues eran de cartón.

Como cada día, Carmelilla, una niña pequeña, salía de su casa con su cantarito de agua. A veces iba sola otras le acompañaba su hermano pequeño Manolín a quien ella cuidadosamente agarraba de su manita, era la hermana mayor y tenia que cuidar de el. Casa por casa pedía llenar su cantarito de agua, este bien escaseaba y era difícil de encontrar. Cada día la misma rutina:

-Señora,¿Me da un cantarito de agua?

Algunas personas tenían compasión y Carmelilla volvía a su casa contenta, pero otras no hacían caso a ese niña tan pequeña.

Carmelilla vivía en el humilde barrio de “el Cerro” hecho de casas de adobe y chabolas con los techos bajos.

Una tarde de verano, la niña con su cantarito en el cuadril recorría las calles decidida a acabar pronto, pues hacia mucho calor y su madre necesitaba el agua. Cada cuatro o cinco pasos paraba a descansar y se decía:

-¡Cuánto pesa el cántaro, y eso que esta vacío! Ese día había comido poco y estaba muy cansada.

Andando, andando llego hasta el barrio de Los Franceses, ¡Que sorpresa! Aquellas casa eran distintas o ¿no eran casas? Nerviosa, llamó a una puerta e inmediatamente abrió una señora muy enfadada, hablaba un poco raro y repetía constantemente:

-Pog dios, ¿Dónde estaga la peluquega?

La niña se dio cuenta de que no era a ella precisamente a quien estaba esperando, pero estaba decidida a no darse por vencida y con voz asustada dijo:

-Señora, ¿me da un cantarito de agua? Por favor. A cambio si usted quiere puedo peinarla, a mi madre le hago lindos peinados, también se poner los rulos que lleva en la mano.

La buena mujer, se compadeció de Carmelilla y pensó que no tenía nada que perder.

Mientras el cantarito se llenaba de agua, las pequeñas manos de la niña modelaban el maltrecho pelaje de la dama francesa.
Así cada día y durante mucho tiempo a cambio de su peinado, recibía un cantarito de agua.

Carmelilla, en la actualidad tiene 72 años, es mi abuela y sigue con tanta fuerza y coraje como cuando era niña. Va por ti abuela, te quiero.

Esta historia es real, la ha escrito mi hijo Sergio, tiene 13 años.





























2 comentarios:

  1. Me has saltado las lágrimas!!!!! Que historia más bonita... ni he tenido más que recordar a mi abuenla!!!

    Nuchas gracias por compartirla y tu niño!!! es mucho niño!!

    Felicidades cariño mío!!

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  2. Te ha gustao? es preciosa verdad? asi eran las cosas en aquellos tiempos y has visto la foto de mi ,madre con su hermano Manolin?.....

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